En la Edad Media, era el primer paso de la ceremonia de homenaje e investidura por la que se establecía un Vasallaje. Se realizaba en la torre del homenaje (ahora, la sede de la LFP) del castillo del señor (ahora del Madrid y Barcelona; o Barcelona y Madrid) y consistía en que el Vasallo (ahora equipos de fútbol obligados a humillarse) se arrodillaba, colocaba sus manos (ahora su orgullo) entre las de su señor (ahora intereses económicos) y declaraba: “Señor (ahora Florentino y Rosell), me hago vuestro hombre (ahora vuestro felpudo futbolístico)”. El Señor cerraba las manos sobre las de su vasallo en señal de aceptación y se daban un beso (ahora le da unas migajas).
Esta y no otra es la actitud que han tomado la mayoría de los equipos de la primera y segunda división Española. Se han mostrado sumisos y honrados ante la llamada de su Señor, ese que les protege y les promete la seguridad de unas migajas y la protección de su Ser todopoderoso.
Se sienten honrados por que el Señor haya decidido contar con ellos para su beneficio, orgullosos de apoyar a su Señor en la lucha que este ha emprendido contra los infieles, unos infieles capitaneados, si o si, por quien se niega a someterse, por quien se niega a formar parte del grupo de vasallos del Señor, mas Feudal y mas Todopoderoso, de los del Reino.
Y todos los Vasallos, todos de la mano, incluidos antiguos nobles venidos a menos (tan a menos que ahora son simples vasallos), celebraron ayer la puesta en escena de este moderno Acto de Homenaje.