Corria la primera semana de octubre de 2005, el equipo no había empezado bien, la temporada anterior había sido brillante exceptuando un final que desmoralizó a la afición, una afición que sufríó tambien la marcha de dos jugadores que eran baluarte en aquel equipo y del entrenador que sacó al club de la segunda división para dejarlo en Europa con las mieles de una final y una clasificación championes en la puntitua de la lengua. Una afición, que como ahora, estaba sufriendo la irregularidad de su equipo y la no consecución de los objetivos, pero una afición que empezó a tirar de este, una afición que unidas por una bandera y un himno logró contagiar a equipo y cuerpo técnico y a partir de ahí…..
Ahí está, altiva, elegante, bonita, la bandera del centenario, la tuya Sevilla.
Se que la afición siempre está cuando se la necesita, ahora es el momento, recuerden como empezó todo tras aquel lamentable partido en Nervión contra el Español y aquellos gritos de impotencia de “Del Nido ratero ¿donde esta el dinero?. Todo empezó con una bandera, con esta…..
No puedo dejar de poner un artículo que escribió Fátima Zulategui en esos dias en el blog de Jesús Alvarado:
Fátima, a la bandera
Dime tejedor, qué le has metido a este trozo de tela que con cada bordada va un sentimiento, con cada trazada una ilusión y con cada tono, un corazón.
Dime tejedor qué tiene ese rectángulo para haber sido elegido, qué ha hecho para ganarse el honor de llevar mil almas entre hilos.
Dime, cuál es la diferencia que tiene con las demás para poder ser mi bandera de los cien años.
Quiero que me cuentes por qué. Por qué me gusta acariciarla, por qué me gusta acercarla hacia mí y aspirar cien olores sevillistas.
Cuéntame por qué podría pasarme horas y horas envidiando al viento de tener la suerte de bailar con ella.
Cuéntame el secreto que tiene, para que esto que posa sobre mis rodillas mientras escribo mueva cien almas con cien sueños en cien años de vida.
Dime el veneno que le has metido, tejedor, para que sea perenne su belleza y cada año que pase se vaya esparciendo entre las venas hasta llegar a un punto en el que sabes que antes de nacer, ella estaba esperándote.
Explícame por qué la quiero tanto, por qué la miro y sonrío, por qué mi amor por ella crece cada día, por qué la necesito, por qué me gusta abrigarme con ella cuando llega la tormenta, por qué no tengo un sueño ya que mi sueño es ella, por qué le pido años para pasar otro siglo junto a ella.
Por qué ahora cada domingo por la mañana voy a buscarla, por qué corro hacia a ella como si fuera la primera, y la última vez.
Por qué aun siento ese sudor frío que me estremece sabiendo que ella me espera, ondeándose orgullosa en el cielo, juntando tela, hilos, pasión y sentimiento en un mismo grito.
Te suplico, tejedor, que me digas que no soy la única loca que puede enamorarse de un suspiro, y que me cuentes que jugaremos con el tiempo para hacer inmortal esto que cala por la sangre y por los huesos.
Que habrá otros cien años, con otras cien historias de cien sevillistas. Que habrá otras cien lágrimas, otras cien pasiones y otros cien suspiros que nazcan desde donde los sueños se confunden.
Aque aún hoy emociona? Si se pudo en esos difíciles momentos, ¿ porqúe no ahora?